Traductora: Ruth Obando
Todos sabemos que la meditación tiene una infinidad de beneficios. Fortalece nuestro sistema inmunológico, nos ayuda a manejar el estrés y a estar en sintonía con nuestras emociones… La meditación también nos ayuda con algo que últimamente se pone cada vez más difícil: aumentar nuestra habilidad para enfocarnos. A causa del advenimiento de la tecnología, cada vez más tenemos una menor capacidad de atención. Ya no queremos leer libros grandes sino más bien tenemos una gran cantidad de tuits a leer. No queremos ver documentales largos, más bien podemos pasar el tiempo mirando videos de un minuto sobre gatos. Además, estamos bajo constantes ataques de estímulos por la tecnología: nos sentamos para trabajar y nuestros teléfonos no paran de sonar con mensajes que nos entran. Tratamos de escribir un reporte pero recibimos correo tras correo. Bajo estas circunstancias, ¡no es sorpresa que la capacidad de atención del humano promedio se haya reducido casi un cuarto en los últimos 15 años! Por esto es que la capacidad de la meditación para incrementar nuestra concentración es tan importante para nuestra vida diaria, académica y profesional.
Hace cinco años, la investigadora Sara Lazar tuvo la intención de probar que los efectos de la meditación eran falsos. Condujo un estudio que se proponía mostrar que la meditación no afectaba el cerebro humano para nada y que cualquier efecto que se sintiera después de meditar sólo era un efecto placebo. Sin embargo, terminó probando exactamente lo opuesto: La meditación cambia el cerebro humano físicamente. Los resultados rápidamente llegaron a diferentes canales de noticias. De repente teníamos evidencia tangible que la meditación puede hacer una variedad de cosas tales como aumentar la concentración de una persona. ¿Pero cómo y por qué la meditación es capaz de hacer esto? ¿Por qué la meditación nos ayuda a concentrarnos?
El estudio de Sara Lazar era simple: reclutó a un grupo de participantes, les dio un programa de meditación de 8 semanas y regularmente hizo escáneres cerebrales de cada individuo para ver si había algún cambio visible en su cerebro. Para su sorpresa, los había. Después de meditar por 8 semanas cortas, varias áreas en el cerebro de los participantes se habían engrosado visiblemente. Una de estas áreas era el cíngulo posterior, el cual está asociado con la autonomía y la frecuencia con la cual la mente divaga. Otra área fue el hipocampo izquierdo el cual está asociado con la memoria, la cognición, el aprendizaje y las emociones.
Después de la publicación del trabajo de Lazar, Adam Moore, otro investigador, decidió realizar su propio estudio para ver a qué grado la meditación afectaba nuestra concentración. El estudio de Moore se concentró en alrededor de 40 participantes que meditaban cinco días a la semana por solamente 10 minutos por día. Después de 16 semanas Moore se dio cuenta que el nivel de concentración de los participantes había aumentado significativamente en comparación con antes.
Imagínate que estás levantando pesas en el gimnasio por primera vez desde hace un buen rato. Empiezas con pasos pequeños pero vas todos los días, haciendo los mismos movimientos, aumentando el peso poco a poco. Un par de semanas pasan y mientras caminas cerca del espejo de repente te das cuenta que tus brazos lucen más grandes que antes. Claramente puedes ver que tienes los músculos tonificados y es solamente hasta ahora que te das cuenta que todo el tiempo pasado en el gimnasio ha valido la pena.
La meditación funciona de la misma manera. Es posible que sentarse y concentrarse en la respiración suene como una tarea simple, pero en realidad es desafiante porque esto significa que tenemos que parar las distracciones de nuestros propios pensamientos. Significa que tenemos que hacer un esfuerzo consciente para traer la mente de vuelta a la respiración y nuestras sensaciones cuando nos damos cuenta que hemos estado divagando. La conciencia plena nos ayuda a permanecer plenamente en el momento presente y concentrar toda nuestra atención en el aquí y ahora. Por esto es que gradualmente empezamos a mejorar nuestra concentración al practicar la meditación. Con el tiempo nos ponemos más y más conscientes en el transcurso de nuestra vida diaria sin importar en qué actividad estemos participando. Para ponerlo de una forma más simple, la meditación significa desarrollar y entrenar las partes del cerebro que están a cargo de nuestra concentración, así como el cíngulo posterior y el hipocampo izquierdo. Siendo este el caso, no es una sorpresa que estas áreas del cerebro crezcan después que meditemos por un periodo corto de tiempo, ¿verdad?
Considerando todos los hechos que tenemos a mano, es evidente que la meditación de conciencia plena es una de las mejores formas para aumentar nuestra concentración. No obstante, hay algunos trucos de conciencia plena que podemos intentar durante el día para ayudarnos, particularmente si estamos empezando a meditar y estamos teniendo dificultades.
Cuando nos sentamos para meditar de forma guiada, una de las instrucciones que frecuentemente recibimos es de poner la atención en cómo se sienten la inhalación y la exhalación o enfocarse en una parte específica del cuerpo. Cuando hacemos esto, nos centramos en ciertas sensaciones en el cuerpo, pero no necesariamente necesitamos meditar para hacerlo. Una de las cosas que podemos hacer para mejorar nuestra concentración es crear una sensación en el cuerpo y concentrarnos en ella. Echa un vistazo a tus manos. Apriétalas lo más fuerte que puedas por unos cuantos momentos y después suéltalas. Ahora cierra los ojos y concéntrate en cómo se sienten las manos. ¿Qué sientes? ¿Cuánto tiempo dura? ¿Cómo se sienten las manos una vez que la sensación se ha ido?
Aunque el tacto es un buen sentido para enfocarse, no es lo único que podemos usar para ayudarnos a mejorar nuestra concentración. Otro sentido es la vista y por ende la observación. Escoge un objeto familiar y ponlo enfrente de ti. Ahora obsérvalo tanto como puedas y trata de absorber cada detalle que puedas. Continúa verificando cuando tu mente empieza a divagar y continúa trayendo la atención de vuelta al objeto que tienes delante de ti. ¿Qué es lo que ves? Entre más hagas esto, más mejorarás tu concentración, y por ende, la conciencia plena.
Una última práctica que puedes intentar es con la música y otro de tus sentidos: el sentido de la audición. Pon tu música favorita y escúchala cuidadosamente. No sólo pongas atención a las letras (si las hay) sino que también trata de notar el ritmo y los instrumentos… ¿Cuáles son los instrumentos que puedes escuchar y cuales son más fuertes que otros? ¿Cómo te hace sentir la música? ¿Te hace tener algún recuerdo o imagen en particular? No tengas miedo de explorar y observar las cosas que la música te provoca. Sólo acuérdate de no estar tan cautivado por estos recuerdos que te olvidas de escuchar la música.
Estos son algunos trucos de conciencia plena que puedes usar para ayudarte a aumentar tu concentración. Como siempre, ¡nos gustaría escuchar de ti! ¿Tienes problemas concentrándote? ¿Alguna vez has intentado algunos de estos ejercicios? De ser así, ¿qué ejercicios o actividades te han ayudado a aumentar tu concentración? ¡Comparte tu experiencia con nosotros!
Aún no encuentro mi centro en la meditación pero creo que eso se basa en la constancia y en el día a día, uno se frustra al perder la consentracion y deja de practicar pero creo que la mejor forma de seguir es pensar que nosotros somos nuestro único obstáculo y no abandonar