4 preguntas para tener más claridad sobre tu propósito de vida

Considerar nuestro propósito de vida. “El propósito de la vida es una vida con propósito.” – Robert Byrne
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Traductor: Ruth Obando

Considerar nuestro propósito de vida

“El propósito de la vida es una vida con propósito.” – Robert Byrne

Que bueno saberlo. Entonces, ¿ahora qué? Todos estaríamos mintiendo si dijéramos que nunca hemos sentido esa picadura desesperada que aparece a causa de no estar exactamente seguro del propósito de vida de uno mismo. Es incómodo, es confuso y hasta puede ser total y absolutamente desalentador. Durante estos momentos tal vez nos preguntemos, “¿qué demonios estoy haciendo con mi vida? Yo no he experimentado ese momento del que tanto hablan los influencers y los líderes, ese momento cuando se enciende la bombilla.” Pero aún así hay que plantearse una pregunta, ¿qué es lo que estamos esperando exactamente y por qué lo estamos esperando? ¿Qué es lo que saber nuestro propósito de vida hará para la calidad de nuestras vidas?

Algunos de nosotros esperamos despertarnos un día y ser golpeados por una revelación de lo que debemos hacer con nuestras vidas. Algunos de nosotros tal vez nos sintamos culpables de no sentirnos satisfechos y contentos con un trabajo importante y bien pagado, o uno de los muchos papeles que jugamos como madre, padre, pareja, amigo, amiga o mentor. Otros de nosotros nos hemos sometido a la idea de que tal vez nunca tendremos ese momento en que la bombilla se encienda.

¿Deberíamos estar sorprendidos a causa de estos pensamientos? No. ¿Por qué? Por qué desde niños hemos escuchado a nuestros padres, guardianes, profesores y entrenadores que necesitamos encontrar nuestra verdadera vocación y significado en nuestras vidas. Hemos mirado a líderes influyentes por todo el mundo dar discursos carismáticos sobre cómo encontraron su pasión y como gracias a ello pudieron ser tan exitosos. Nuestros profesores nos preguntaban qué es lo que queríamos ser cuando fuéramos grandes, como si hubiera un destino en particular donde tenemos que llegar para sentirnos completos y con propósito. Hemos completado etapa tras etapa de nuestras vidas, buscando este sentimiento elusivo de satisfacción y significado, y aún así muchos de nosotros sentimos como si no lo hemos encontrado—como si hubiese algo a encontrar.

Aquí hay una pregunta que debemos considerar. ¿Qué tal si nuestro propósito de vida no fuera un destino o una pasión estática, sino un proceso en curso? En vez de buscar o perseguir nuestro propósito de vida, nuestro propósito tal vez esté presente en este mismo instante. Al practicar la conciencia plena, nos damos la oportunidad de empezar a aprender más sobre lo que nos motiva, lo que nos apasiona, lo que nos da entusiasmo y el comportamiento que podemos adoptar para sentirnos más involucrados en nuestras vidas diarias.

Por los próximos minutos, pongamos de lado la idea de que nuestro propósito de vida es un destino, una pasión, o un talento que debemos descubrir. Quitémonos la presión de encontrar este propósito eterno que “nos cambiará la vida” y concentrémonos en nosotros, ahora mismo, tal como somos.

¿Dónde estás ahora?

Con frecuencia cuando pensamos sobre nuestro propósito de vida, nuestra mente inmediatamente se transporta hacia el futuro. Empezamos a invocar una imagen de nosotros sonriendo y completamente involucrados en lo que sea que estamos haciendo, caminando con confianza y paz mental. Aunque sea seductor, esta imagen sólo es una fotografía de un momento que solamente puede suceder si eliges hacer el trabajo mental y emocional ahora. Al igual que cualquier proceso de crecimiento y desarrollo en nuestras vidas, no podemos hacer esa visualización realidad sin hacer el trabajo mental y espiritual primero.

El trabajo empieza en el ahora. El momento presente es la única realidad con la cual podemos trabajar, sin revivir el pasado a través de nuestro propio filtro o sin formular una hipótesis sobre lo que el futuro traerá. No podemos saber qué tan lejos necesitamos ir sin saber dónde estamos ahora y sin practicar la conciencia plena. Para reflexionar sobre esto, trata de apartar tiempo para ti de manera sistemática cuando haya pocas distracciones a tu alrededor, hasta podría ser cuando estés tomando una ducha, lavando los platos o limpiando la casa. Idealmente sería en un punto relajante donde puedes sentarte en silencio sin interrupciones.

Durante estos momentos, trata de verte desde la distancia, como si fueras un desconocido observándote a ti mismo. Somos mejores a observar y juzgar el comportamiento de los otros que el nuestro. Podrías hasta darle un nombre a la persona que estás mirando objetivamente. Al observar los hábitos y la rutina diaria de esta persona, observa que criticas y pensamientos surgen. Observa a esta persona mientras trabaja, hace una actividad, mientras participa en reuniones y habla con clientes y colegas. Y luego, tan objetivamente como puedas, considera la persona que estás observando y qué impacto tiene en su alrededor. ¿Quién es esa persona, cómo se comporta y qué le gusta hacer?

Si te ayuda, puedes escribir las observaciones que tienes sobre esta persona, lo bueno y lo malo. Date permiso para ser honesto contigo sin tomar personal ninguna de tus observaciones. Este proceso y viaje es solamente entre tú y , así que considérate digno de tu propia honestidad y reflexiones.

“El propósito de la vida es una vida con propósito.”

– Robert Byrne

¿De quién es la vida que estás viviendo?

Mientras continúas observando objetivamente desde la distancia, considera si las decisiones y el comportamiento de esta persona le pertenecen o si son reflejos de lo que piensa que se espera de ella. Todos adoptamos ciertas expectativas, normas y perspectivas al crecer y evolucionar, pero aún así de vez en cuando cada uno de nosotros enfrenta una resistencia entre lo que queremos y lo que pensamos que los demás quieren o esperan de nosotros. El ejemplo más clásico viene de las expectativas de nuestros padres. Por supuesto que algunas de sus expectativas están en sintonía con nuestros propios deseos y aspiraciones, pero de vez en cuando puede haber fricción; la línea entre lo que ellos quieren y lo que nosotros queremos puede ponerse borrosa. Esto puede pasar con nuestros amigos, nuestros mentores y nuestras parejas.

La suposiciones y las opiniones que se nos imponen en el transcurso de nuestras vidas pueden convertirse en los narradores principales en nuestras mentes. Por ejemplo, al crecer si se nos dice constantemente que somos malos con las matemáticas, hace tiempo tal vez concluimos que nunca seríamos buenos en la materia. De igual forma, al crecer tal vez las personas siempre te dieron cumplidos gracias a tu creatividad artística; esto también puede convertirse en una historia y un filtro que cargas contigo hasta ahora. Es así que estas historias pueden acompañarnos en nuestras vidas actuales y tener un impacto en nuestras decisiones del presente. Ya sean negativas o positivas, piensa sobre las historias y las opiniones que se han quedado estancadas contigo hasta ahora.

Regresemos a la observaciones de la persona que estamos mirando objetivamente. Considera si la vida actual que vive y las decisiones y el comportamiento que muestra son más para satisfacer las expectativas de los demás en vez de la suyas. ¿En qué tipo de hábitos y caminos pudiera sentir una resistencia constante y aún así continúa haciéndolo?

Esto es una conversación solamente entre tú y tú. Sin importar cuán incómodo o perturbador pueda sentirse, desafíate a pensar sobre esto sin juzgarte; cada uno de nosotros en algún punto u otro ha hecho algo en nuestras vidas solamente con el propósito de satisfacer las expectativas de los demás.

¿Cómo te quieres ver a ti mismo?

Estas preguntas y reflexiones sobre lo que piensas que quieres versus lo que realmente quieres nos lleva a otra pregunta importante. ¿Cómo quieres verte a ti mismo? Si pudieras deshacerte de tu ocupación, tus relaciones y los papeles que juegas, ¿qué te gustaría ver en ti? Intencionalmente mantendremos esta pregunta ambigua porque queremos permitir que cualquier imagen, valores, sensaciones o sentimientos surjan por sí mismos.

Tal vez algunos de nosotros nos veamos como personas humildes, bondadosas y alegres mientras otros nos miran como personas asertivas, valerosas e inquebrantables. Tal vez nos veamos haciendo una actividad específica la cual nos gustaría hacer con más frecuencia, o en un nuevo ambiente que nos desafía y nos emociona. Tal vez hasta nos miremos encarnando los valores y los hábitos que desearíamos que viviéramos con más frecuencia. Lo que sea que nos estemos imaginando, dejemos que eso sirva como pista para conocer nuestros muchos propósitos.

Muchos influencers y líderes dicen que las acciones a tomar que consideramos más fáciles y más intuitivas son pistas para lo que deberíamos estar haciendo en nuestras vidas. Considera el valor que creas para ti mismo y para aquellos a tu alrededor. ¿Qué es lo que los demás dirían sobre tus atributos y tus contribuciones? Tal vez podría ser que escuchas atentamente, que puedes reparar cualquier cosa, que eres pragmático y razonable, o que eres generoso y asertivo. Lo que sea que fuera, ¿cómo puedes usar esas habilidades y talentos innatos con más frecuencia? Si pudieras usar esos talentos más frecuentemente, ¿qué significaría eso para tu vida actual? Independientemente de cuán incómoda sea la respuesta, debemos enfrentarla o por lo menos reconocerla.

¿Encontrar mi propósito de vida me hará feliz?

En nuestra búsqueda para comprender nuestro propósito en esta tierra y en esta vida, frecuentemente suponemos que cuando vivimos nuestro propósito de vida, seremos felices. Considera lo siguiente: ¿Cada acción que te da satisfacción y alegría te hace feliz mientras o después que la haces?

Tal vez nos decepcionemos al darnos cuenta que no todo lo que hacemos en esta vida está lleno de alegría y placer. De hecho, al convertir la felicidad y la alegría en un criterio para definir muchos de nuestros propósitos, ponemos un límite en el impacto, grande y pequeño, que hemos hecho y que continuamos haciendo. La felicidad, como muchos otros sentimientos, es fugaz y temporal. Por otro lado, la satisfacción y la alegría que se obtiene de una experiencia o una acción continúa estando viva dentro de nosotros y nos ofrece perspectiva, paz mental y claridad.

Desafíate a considerar esto: piensa sobre unos cuantos proyectos, trabajos o actividades que has hecho recientemente que no fueron necesariamente divertidos, pero que te dieron una gran satisfacción y alegría. Piensa sobre las personas, las cosas o las situaciones en tu vida que te traen más satisfacción y observa si hay algún hilo que los conecta a todos.

Nuestro propósito es un camino, no un destino

Mientras pensamos sobre las preguntas y los pensamientos que surgen a cada una de estas preguntas y consideraciones, podemos tener en mente que está bien si más de un objetivo, dirección o pasión específica sube a la superficie. Es normal de sentirse atraído por diferentes direcciones, somos tan complejos y multifacéticos que por supuesto diferentes partes de nosotros gravitarán hacia influencias diferentes. Aunque es nuestra tendencia de buscar un propósito o un objetivo, tampoco no nos olvidemos de hacer una pausa de vez en cuando para notar el momento presente y simplemente ser. Quizás, después de todo, nuestro propósito general es explorar nuestro interior y esforzarnos a entender nuestro propio ser.

Permite que todas estas diferentes pasiones, valores comunes e intereses te diseñen un camino que te motive a manifestar el tipo de experiencias que cosecharán esos mismos intereses. Nuestro propósito de vida no es necesariamente un destino, es un camino que construimos nosotros mismos, pedazo a pedazo. Permite que esas experiencias te moldeen mientras empiezas a entenderte más y más. Considera tu vida como un mosaico que poco a poco elaboras con tu creatividad, poder y oportunidad usando los pedacitos que te llaman la atención y que te hablan.

1 Comment

  • Marcela Fonseca

    Me encantó este articulo y el contenido de la página. Soy orientadora vocacional y profesional, por lo que este tema me apasiona. Gracias

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