Cómo fijar límites saludables para ti

Aquí te compartimos cómo poner límites saludables para prevenir más tensiones y conflictos.
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Traductora: Ruth Obando

Proteger tus límites, ya sean emocionales o físicos, es una parte importante para mantener tu bienestar mental. Al dibujar estas líneas y comunicárselas a los demás, proteges tu cuerpo y tu mente de perturbaciones, violaciones y desprecio.

En este artículo señalaremos tres formas para determinar tus propios límites personales y protegerlos en tu vida diaria.

Fijar límites empieza con el conocimiento propio

Una de las primeras cosas que necesitamos hacer para poder fijar y proteger nuestros límites es saber dónde empiezan. Para esto necesitamos fijar una intención cada día de tomar nota de lo que nos perturba, lo que nos enoja, lo que nos ofende, lo que consideramos una falta de respeto o falta de consideración. Todos conocemos ese sentimiento como si de la nada alguien dice o hace algo que inmediatamente enciende en nosotros una llama de molestia, enojo o frustración.

Pero este es el asunto: a veces esas provocaciones están en la lista de ofensas universalmente aceptadas y a veces no lo están. Mentir, robar, insultar el nombre, la inteligencia o la apariencia física de alguien—estas son conductas que la mayoría de las personas en el mundo consideran ofensivas. En estos casos es fácil detectar y considerar esas acciones como una transgresión de tus límites.

No obstante, en otros casos, podemos ofendernos a causa de algo que es muy personal para nosotros. Uno de mis tutores solía llamar esto un “gancho.” Ella me explicó que todos tenemos ganchos en nosotros que hemos adquirido a lo largo de nuestras vidas según las experiencias que hemos tenido. Un ejemplo de un gancho personal podría ser cuando una persona sube la voz y esto te causa ansiedad porque cuando eras más joven tu madre o tu padre te gritaba constantemente. Entonces cuando alguien lo hace de adulto, inmediatamente te transporta a la experiencia de ser regañado y sentirte oprimido. O en casos más serios, si de niño o niña fuiste abusado físicamente, tal vez ahora de adulto seas sensible al tacto más inocente. Esa palmadita en la espalda o el toque en el brazo de tu jefe se siente como un detonante del terrible calvario que enfrentaste cuando eras niño o niña.

Toma un momento para pensar sobre cuáles son tus ganchos personales. ¿Qué es lo que te provoca debido a una experiencia pasada que tuviste?

Ahora piensa sobre cómo reaccionas cuando alguien se tropieza con ese gancho. ¿Qué se siente? ¿Cuál es tu reacción común?

Quizá la parte más importante de fijar nuestros límites es tomar nota de ellos y esto podemos hacerlo al practicar meditación y al cada día tomar conciencia de lo que nos provoca. La próxima vez que alguien te moleste o te frustre, trata de considerar si lo han hecho intencionalmente o no o si se han tropezado con uno de tus ganchos escondidos. Es posible que hayan hecho o dicho algo que para ellos no era ofensivo ni irrespetuoso, pero para ti es incómodo.

El próximo paso que podemos dar una vez que nos hayamos dado cuenta de nuestros límites es comunicarlos con compasión asertiva.

Comunicando nuestros límites con asertividad bondadosa

¿Alguna vez has escuchado la frase “tú le enseñas a las personas a cómo tratarte”? Es un paso importante y quizá el más duro para proteger tus límites personales. ¿Por qué? Porque la mayoría de nosotros se siente incómodo con la idea de confrontar o molestar a alguien más.

Sin embargo, hay una manera de expresar tus límites y a la misma vez tener buena voluntad y preservar la paz. El problema es que la mayoría de nosotros reprimimos nuestros sentimientos, y después en algún momento explotamos a la provocación más pequeña y comunicamos nuestros sentimientos de una forma pasiva agresiva o simplemente llena de agresividad. Esto, en mi opinión, le da una mala reputación a la asertividad.

La misma tutora me dijo, “Di lo que quieres decir, dilo en serio y no seas mala.” Este fue un momento revelador para mi.

Al hablar con los demás sobre lo que consideraba que era una violación de mis límites personales, pude darles casi una hoja de ruta para interactuar conmigo. Es como dar tu propia guía de viaje: Edición “Tú.”

Cuando alguien estaba a punto de cruzar un límite, descubrí que era más fácil hablar sobre cuáles fueron las experiencias que tuve en mi vida que hizo que sus acciones me parecieran particularmente insensibles e hiriente. Al inicio era bastante duro tener estas conversaciones, pero con el tiempo pude ver cuán agradecidos estaban mis colegas al saber estas cosas sobre mi. También los animó a compartir ciertos aspectos sobre ellos de los cuales yo no estaba consciente. Por ejemplo, una colega a quien constantemente llamaba “linda” (porque realmente lo era), me dejó saber que desde su experiencia de vida, la palabra “linda” era un poco denigrante porque se usaba para niños pequeños e ingenuos. ¡No tenía ni idea! Y así de un solo deje de llamarla eso. Esto puede ser un ejemplo simple pero muestra cuánto hacemos y decimos sin saber que le molesta a alguien más. También refuerza la noción de que la mayoría de las personas de hecho tienen buenas intenciones pero simplemente no tienen la información suficiente sobre tus preferencias para no tropezarse con uno de tus ganchos.

Encuentra apoyo en aquellos que te conocen mejor

Una de las formas en cómo puedes ayudarte en este viaje hacia el conocimiento propio y fijar límites es buscar retroalimentación de parte de aquellos que te conocen mejor. Haz una lista de amigos o amigas, colegas y miembros de tu familia en quien confías para hablar sobre lo que te provoca, tus ganchos y tus límites. También podrían ser personas a quienes admiras debido a su comportamiento y compostura al enfrentar tensión y conflicto. Cuando ciertas situaciones surjan y no estés seguro de cómo bondadosamente vocalizar tus límites y tus sentimientos, pregúntales cómo lo manejarían. Con algo de práctica, intuitivamente empezarás a saber cómo abordarían ciertas situaciones y a aplicar esos mismos hábitos a tus propias acciones.

Nos gustaría escuchar de ti y saber cómo pones límites saludables: ¿Qué ha funcionado y qué no? ¿Cuáles son los ganchos que tienes que ahora puedes comunicar a aquellos a tu alrededor?

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