Hablemos de las rutinas…

“Me siento atrapado en una rutina”, es una frase común que probablemente escuchamos a menudo. ¿Alguna vez te has sentido así? Puede que todos nos identifiquemos con esa sensación, y si bien estos sentimientos suelen ser difíciles de sobrellevar, también debemos considerar que las rutinas pueden ser benéficas ya que nos ayudan a mantener cierto equilibrio.
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“Me siento atrapado en una rutina”, es una frase común que probablemente escuchamos a menudo. ¿Alguna vez te has sentido así? Puede que todos nos identifiquemos con esa sensación, y si bien estos sentimientos suelen ser difíciles de sobrellevar, también debemos considerar que las rutinas pueden ser benéficas ya que nos ayudan a mantener cierto equilibrio. Una rutina puede ser una red de seguridad, una simple lista de actividades por hacer que nos guía a medida que avanzamos en nuestro diario vivir. Entonces, podemos considerar que lo que nos hace sentir atrapados en esa rutina tal vez no sea en realidad el concepto de rutina como tal, sino la manera en la que la hemos estructurado y la forma en la que la implementamos momento a momento. 

Reflexión y cambio

Por lo general, al principio suelo mencionar diferentes aspectos en torno al tema de las rutinas y luego termino con algunas recomendaciones. Pero estos dos consejos son muy importantes como para no mencionarlos antes de profundizar sobre el tema.

Siempre que nos sintamos estancados en alguna situación de la vida y deseemos salir adelante, podemos referirnos a estas dos palabras: reflexión y cambio.

Reflexión

Dedicar un tiempo a la reflexión nos permite hacer una pausa y respirar hondo durante unos minutos, saliendo así de lo cotidiano. Algunas preguntas que debes tener en cuenta cuando estás reflexionando son: ¿Qué aspectos de tu rutina te hacen sentir estancado? ¿Cuáles son las necesidades particulares que sientes que debes satisfacer? Intenta identificarlas y pregúntate: “¿Qué puedo hacer al respecto?” Quizás necesites desacelerar un poco. Quizás necesites sentir completamente tu ser aunque sea por unos instantes. Tal vez estés intentando encontrarte contigo desde la honestidad. Un corto período de tiempo puede tener un impacto poderoso. Tal vez quieras hacer una pausa para tomar un sorbo de tu bebida favorita, o dar un breve paseo. Durante esta reflexión, puedes tomarte un tiempo para trazar tu rutina diaria y, de forma analítica pero también honesta, preguntarte qué te gusta y qué no te gusta de ella.

Cambio

¿Estás dispuesto a cambiar tu rutina? Y no solo eso, ¿estás dispuesto a aceptar que para lograrlo tal vez sea necesario salir de tu zona de confort y probar cosas nuevas? Para lograrlo, primero debemos estar conscientes de los límites de nuestra zona de confort y qué tanto podemos o no permanecer dentro de ella. Debemos preguntarnos si estamos dispuestos a realizar los cambios que hemos identificado durante la etapa de reflexión y hacer lo que sea necesario para construir una nueva rutina. 

La parte desafiante del proceso

el libro y la computadora

Las rutinas pueden ser complicadas cuando están restringidas por nuestro entorno o por alguna situación en particular y no tenemos mucho espacio para alterarlas. Por ejemplo, quizás tengas horarios de trabajo muy estrictos o plazos que cumplir poco o nada flexibles por parte de tu empleador. O, ¿qué pasa con las rutinas que dependen de la rutina de alguien más? Si tienes hijos, familiares o una pareja con la que co-creas tu rutina, cambiar tu día de acuerdo con tus preferencias personales podría parecer imposible.

Recuerda, no tienes que cambiarlo todo en tu rutina. Considera lo siguiente:

Programa tus días de manera que haya espacio para que puedas hacer algo espontáneamente. Crea un poco de flexibilidad y dedica un espacio a la creatividad a lo largo de tu día, incluso cuando únicamente sea posible hacerlo durante muy poco tiempo: 15 minutos o media hora puede ser tiempo suficiente.

En lugar de cambiarlo todo, ¿hay algo que te gustaría agregar a tu rutina, algo que creas que te haría bien? Por ejemplo, una caminata tranquila por la mañana, intentar una nueva actividad como unirte a algún club, un gimnasio, a clases de baile, o tomar cursos en línea. ¿Qué tal tomar un café en una linda cafetería o panadería antes de ir al trabajo o en el camino de regreso a casa? ¿Has considerado en algún momento participar en algún trabajo comunitario? ¿Qué más se te ocurre?

Ahora, veamos la situación opuesta, en la que puedes elegir libremente cómo crear tu rutina sin que nadie se interponga entre tú y tus decisiones. Pregúntate esto: ¿Qué sucede si te sientes atrapado en una rutina porque has elegido llenar tus días con cosas que te dices a ti mismo que debes hacer pero que en realidad no quieres hacer? Si este es el caso, te sugiero algunas preguntas sencillas para orientarte:

Pregúntate con honestidad quién eres o en quién quieres convertirte. ¿Qué deseas hacer realmente? ¿Qué te hace feliz? ¿De qué manera puedes lograrlo?

Observa las diferentes áreas de tu vida: ¿Qué tipo de trabajo realizas y por qué? ¿Cómo ocupas tu tiempo libre y por qué? Intenta identificar tus actividades y luego ve cómo puedes reorganizar tu día de acuerdo con lo que sea más importante para ti.

Si necesitas un poco de inspiración y quieres ver cómo otras personas organizan sus días, puedes hablar al respecto con tus amigos, colegas, familiares o cualquier otra persona con la que te sientas cómodo. O tal vez quieras leer algo sobre la cotidianidad de personas reconocidas en diferentes ámbitos, como líderes empresariales, atletas, artistas, políticos o personajes históricos. Busca inspiración y luego observa qué puede funcionar mejor para ti de acuerdo a las circunstancias de tu vida actual.

Hábito, rutina y ritual: ¿Cuál es la diferencia?

el libro

Mientras escribía este artículo, me encontré contemplando la diferencia entre hábitos, rituales y rutinas: ¿Existen diferencias? De ser así, ¿cuáles son?

De acuerdo con Anne-Laure Le Cunff la diferencia radica en el nivel de energía y de conciencia que requieren. Los hábitos parecen ser esas cosas que hacemos automáticamente sin ninguna intención o mayor esfuerzo. ¿Qué hábitos tienes? ¿Te están sirviendo? ¿Qué tan atento estás cuando los llevas a cabo? Por ejemplo, ¿piensas en la primera taza de café de la mañana, en dirigirte al trabajo o a la escuela, en cepillarte los dientes o en comer? En cambio, una rutina se elige más deliberadamente. Se requiere un mayor nivel de conciencia y energía para llevarla a cabo con regularidad. Esto puede ser algo como una clase de algún ejercicio semanal, lavar la ropa o ir de compras al supermercado en determinado día u horario.  Los rituales, sin embargo, se eligen de forma mucho más intencionada con un propósito claro y requieren un gran esfuerzo para realizarlos. Un ritual puede ser simplemente preparar una maravillosa comida para amigos o familiares una vez a la semana, una fiesta de cumpleaños, o una celebración del primer día cálido del año haciendo una gran fiesta o una parrillada.

La pregunta es, ¿están los tres (hábito, rutina y ritual) estrechamente interconectados? ¿Los hábitos y los rituales no forman parte de una rutina? ¿Podrían inspirarse mutuamente? ¿Cómo son tus hábitos y rituales? ¿De qué manera influyen en tu rutina?

Las ventajas de tener una rutina

He conocido personas que, curiosamente, durante años han realizado casi la misma rutina. Horarios fijos de trabajo, de mañana a tarde, sesiones de gimnasio programadas, clases de yoga, pilates o zumba por la noche, los fines de semana reservados para una copa de vino y un poco de baile con amigos, una noche romántica o una tarde con café y pastel con algunos familiares. He conocido personas con este tipo de equilibrio, dedicando la misma cantidad de tiempo asignada para el trabajo y para el esparcimiento cada semana.

Pareciera que la magia reside en el enfoque de la vida que cada individuo experimenta. Si bien, muchas personas se quejan a veces porque deben despertarse otra vez a las seis de la mañana, endulzan lo que podría ser una experiencia amarga al permitirse una apertura para fluir en el día que tienen por delante. ¡Mantén la mente abierta en lugar de mantenerla fija! Incluso cuando eso signifique simplemente decidir espontáneamente si la cena la prepararás en casa, o pedirás comida para llevar, o saldrás a comer a un bistró o a un restaurante bonito y acogedor. Sé un poco abierto y flexible, permitiendo que lo impredecible entre en la previsibilidad de tu rutina. Uno nunca sabe… quizás te tropieces con un nuevo pensamiento o te encuentres con algún extraño que se convierta después en un buen amigo.

¡Encuentra lo que te hace feliz! Al hacerlo, estarás más motivado para permitirte un espacio y reorganizar un poco tu rutina. Esto aumentará tu positividad y abrirá un espacio para que pueda florecer tu máximo potencial.

Traductora: Patricia Jiménez

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