Cómo desarrollar intimidad espiritual en una relación sexual

La intimidad profunda es algo que casi todos anhelamos en nuestras relaciones sexuales. Aquí exploramos cómo podemos desarrollar esta intimidad espiritual utilizando la meditación y otras técnicas.
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¿El sexo se trata de sensaciones físicas o tiene que ver con el amor íntimo y profundo con otro ser humano? No hay una respuesta correcta o incorrecta al respecto. Sin embargo, los que nos encontramos en el camino del crecimiento personal, espiritual y consciente,  sentimos la necesidad de buscar niveles más profundos de intimidad en nuestras relaciones sexuales. La intimidad actúa en muchos niveles; existe la intimidad recíproca con el cuerpo de los demás, la intimidad a un nivel mental en la medida en que compartimos nuestros más profundos pensamientos  y la intimidad emocional cuando compartimos nuestros más profundos sentimientos. Pero también existe la intimidad espiritual, este tipo de intimidad es poco común y no es fácil de encontrar o desarrollar con otro ser humano, pero es algo que nuestro corazón puede anhelar a medida que nos despertamos más profundamente en el camino espiritual.

La intimidad espiritual es la intimidad a nivel del alma. Contrariamente a la percepción popular que,  vista desde lejos, es todo amor y felicidad, en realidad tiende a sacar capas más profundas de dolor, heridas y limitaciones que deben ser procesadas. Sin embargo, dentro de todo esto hay una conexión profunda con el corazón y la voluntad de apoyarse mutuamente a través del proceso de cada persona. Este tipo de relación requiere altos niveles de conciencia y profundos niveles de empatía. Por un lado, debes estar consciente cuándo estás pasando por algún proceso para no proyectarte en tu pareja, mientras que por el otro, debes ser capaz de mantener un espacio seguro para que la otra persona pueda realizar su propio proceso contigo a su lado irradiando amor.

Entonces, ¿cómo desarrollamos las herramientas para acceder a una profunda intimidad espiritual en nuestras relaciones sexuales? La herramienta más importante es la meditación. Simplemente porque ésta es la mejor  y la más flexible práctica para elevar tus niveles de conciencia y permitir que la luz entre más profundamente en tu ser. A través de la meditación nos hacemos más conscientes de todos los aspectos de nuestro ser. La intimidad espiritual profunda con otro ser humano comenzará a mostrar aspectos oscuros de ti mismo (traumas reprimidos, dolores profundos y patrones de auto-sabotaje) a un nivel mucho más profundo. Para transformar esto necesitamos la luz de la meditación a través de una práctica centrada en el corazón que permite que todos los aspectos estén presentes (sensaciones corporales, emociones, pensamientos, sensaciones energéticas, experiencias espirituales); nos abrimos cada vez más a la luz y más profundamente a niveles superiores de conciencia que son críticos para el éxito en la intimidad espiritual.

Más allá de la meditación, hay otras dos herramientas clave que pueden llevar la intimidad espiritual a otro nivel. Estas son, la capacidad de compartir nuestros aspectos sombríos mutuamente, con empatía y con madurez espiritual, y realinear la manera en que tenemos sexo para convertirlo en una herramienta maravillosa para una profunda transformación espiritual.

Compartir aspectos sombríos no es fácil. Cuando comenzamos a abrirnos en el camino espiritual, nos damos cuenta de que hemos estado reprimiendo muchos traumas, dolores profundos y auto sabotaje que están enterrados muy profundamente en la conciencia, mucho más allá de la conciencia normal cotidiana. A medida que nos despertamos a la luz aparecen estos aspectos cada vez más. Una de las mejores formas de procesarlos es compartiéndolos con otro ser humano en el que confiemos. Esto requiere de valor, pues existe mucha vergüenza y culpabilidad asociadas con el compartir cosas que no están alineadas con la espiritual, lúcida y amorosa persona que queremos ser, así  que tenemos que encontrar a alguien en quien podamos confiar plenamente y que pueda entendernos, podría ser un profesor o un sanador espiritual o tal vez un amigo o un familiar espiritualmente maduro, pero hay algo mágico al compartirlo dentro de una relación sexual. El hacerlo lleva a la intimidad y al sentimiento personal a otro nivel lo que, a veces, permite compartir cosas más profundas.

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La otra técnica práctica es transformar la forma en que utilizas el sexo en una relación. La mayoría del sexo moderno se realiza de una manera muy inconsciente enfocada físicamente en el orgasmo y en la liberación del estrés cotidiano. Para una intimidad espiritual más profunda necesitamos hacer que el acto sexual sea mucho más consciente. Esto puede incluir reducir la velocidad considerablemente para enfocarnos mucho más en el alma y en la intimidad energética utilizando técnicas tántricas para preservar la energía sexual (es decir, sin eyaculación) y creando un espacio en donde el acto sexual sea llevado hacia una expresión del amor más profundo que la pareja comparta más allá el cuerpo. El sexo puede ser increíblemente poderoso para lograr una intimidad espiritual más profunda.

A medida que avanza nuestro camino espiritual, comenzamos a darnos cuenta de que la intimidad más profunda que experimentamos en una relación sexual es realmente un reflejo de la intimidad más profunda que sentimos en los aspectos espirituales dentro de nosotros mismos. No se trata de la otra persona, se trata de uno mismo. Por supuesto, una relación sexual plena y llena de amor es una de las experiencias más increíbles que podemos tener como seres humanos, pero el propósito más profundo es conectarnos más con nuestra luz interior y el mensaje de nuestra alma. Así, la intimidad va más allá de la forma humana y ligeramente reposamos en la intimidad profunda del amor. Esto se expande al exterior,  no sólo en una relación sexual con la persona que amamos, sino en todas nuestras relaciones humanas a medida que nos convertimos en una vasija de amor en este mundo.

Con amor,

Jack

Jack Childs

www.jackchilds.org

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Traducción: Patricia Jiménez M.

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